Sierra de San Vicente

La Sierra de San Vicente
La Sierra de San Vicente constituye una destacada unidad paisajística por su localización en el borde de la fosa del Tajo y por formar parte de un relieve, el Sistema Central, que comparte con otras comunidades. Su altitud, aunque moderada, le hace ser el telón de fondo del valle del Tajo en la margen septentrional, precediendo, y ocultando, los grandes macizos de Gredos. Su visión desde poblaciones del llano, como Talavera de la Reina, realzan su volumen y atractivo. Para éstas, ha constituido tradicionalmente el área de abastecimiento de productos de montaña y esparcimiento, lo que ha motivado una intensa interrelación entre estas montañas y el amplio valle que se extiende a sus pies.
En la actualidad, este conjunto serrano ha perdurado como un reducto en el que la naturaleza, con la huella del hombre profundamente arraigada en el paisaje, se ofrece en todo su esplendor. Y es la presencia del hombre, la que ha señalado con mitos, leyendas y notables restos histórico-artísticos los hechos sucedidos desde los tiempos más remotos, otorgando su identidad al paisaje. Funda-mentalmente, la derivada del trabajo cotidiano en el campo y las poblaciones, al legar un entorno en el que a través de las tierras de labor, con la vid, el olivo o los castañares trepando hasta lo alto de las sierras; las dehesas y navas, pobladas de ganado bravo, en el fondo de los valles; la Cañada Real atravesando sus estribaciones, y los pueblos, enriquecidos con la evocadora arquitectura serrana, hoy muy deteriorada, muestran la íntima relación entre la naturaleza y la sociedad tradicional, ya en vías de desaparición. A ello hay que sumar las peculiares características del macizo, que lo diferencian tanto del sector de Gredos, de clima más riguroso, como del valle del Tajo, de clima mucho más cálido. Ello da una personalidad diferenciada a todo el bloque del Piélago en cuanto a su vegetación y usos humanos.
La historia ha enriquecido el paisaje con vestigios de gran interés que permiten adentrarse en el pasado. El “Toro” de Castillo de Bayuela nos habla de la relación de estos pueblos con la ganadería mucho antes de su fundación, que data de principios del siglo XVI, continuada con el constante trasiego trashumante finalizado recientemente, y con la ganadería actual. Los pueblos prerromanos poblarán estas tierras de pastores y conocerán las luchas con los romanos, con las guerras lusitánicas como hechos más violentos, que significaron campañas y asedios en estos territorios; la tradición local sitúa la muerte de Viriato en el cerro de San Vicente.
Localización y clima
La Sierra de San Vicente y el valle del Alberche se sitúan en el borde septentrional de la provincia de Toledo, lindando con Ávila, que comparte con Castilla-La Mancha este bloque elevado. Forma parte del Sistema Central y constituye el contrafuerte último en el sector meridional, adentrado en la fosa del Tajo. El conjunto queda limitado por los valles del Tiétar, con el que entra en contacto mediante un enlace abrupto, y del Alberche, con el que se relaciona a través de una rampa tendida, en la que se sitúan numerosas poblaciones, como Cardiel de los Montes, Nuño Gómez o Nombela. Al oeste queda limitado por el interfluvio entre el Tiétar y el Tajo, y al este tiene continuidad en las sierras de Cenicientos, Cadalso de los Vidrios y Aldea del Fresno, en Madrid, enlazando con la Sierra del Guadarrama.
Constituye un eje de dirección SO-NO que alcanza la máxima altitud y complejidad en el Piélago, con los picos Cruces (1.366 m.) y San Vicente (1.321 m.). Tiene continuidad por las Mesillas y la Sierra de la Higuera hasta el pico del Berrocal (1.061 m.), para descender en la depresión del Almorox, surcada por el río Tordillos, afluente del Alberche. Este río, procedente de la vertiente septentrional de Gredos, discurre en la misma dirección que la alineación montañosa, por su margen derecha los aportes procedentes de la sierra, entre los que destacan los arroyos de La Parra y Guadamera, para desembocar muy cerca, en las proximidades de Talavera, en el Tajo. Al norte, el Tiétar actúa como colector principal, recibiendo las aguas de los ríos Torimas, Tamujoso y Guadyerbás.
Los rasgos climatológicos de la Sierra de San Vicente y valle del Alberche están profundamente influenciados por la altitud y su situación en el interior de la Península. La temperatura media anual oscila en torno a los 14-15º (Cazalegas, 14,8º) y va disminuyendo paulatinamente a medida que nos acercamos a la sierra. La distribución de las precipitaciones también se ve intensamente influida por la topografía; así, se pasa de los 534,5 mm. anuales del valle del Alberche, a superar con creces los 700 mm. en la sierra (El Real de San Vicente, 777,9 mm.; Navamorcuende, 902 mm.). En cuanto a su distribución, el invierno se muestra como la estación más lluviosa, con un máximo marcado en diciembre y enero, frente a la acusada sequía estival, caracterizada por unos meses de julio y agosto muy secos (5 mm. en Navamorcuende, 15.4 mm. en El Real de San Vicente).
Estructura del relieve
La estructura del relieve de la Sierra de San Vicente viene determinada por constituir un sector de transición entre un macizo antiguo, el Sistema Central, y la fosa del Tajo. A partir de este hecho se pueden diferenciar claramente dos dominios paisajísticos muy netos: la Sierra de San Vicente, asociada a la cadena San Vicente-Peña de Cenicientos, y el valle del Alberche.
Los materiales que afloran en uno y otro sector son también claramente opuestos. En el bloque del Piélago afloran principalmente granitos y gneis. Todo el conjunto aparece profusamente surcado por rocas filonianas alineadas conforme a la dirección de las fracturas, con afloramientos de cuarzo. Estos materiales son muy antiguos.
Por el contrario, en la fosa del Alberche afloran las arcosas del Terciario superior (mioceno-Plioceno), rocas sedimentarias detríticas originadas a partir de la erosión de los materiales graníticos y metamórficos. Su génesis, a partir de los materiales de la sierra, ha traído consigo una organización de tamaños granulométrica que va haciéndose cada vez más pequeña a medida que avanzamos hacia el valle del Alberche. Esto motiva la existencia de bloques de gran tamaño, (la denominada “formación de bloques”), que aflora en el contacto septentrional, con el Tiétar. En el meridional se encuentra, reposando sobre las arcosa, un depósito detrítico compuesto por cantos de cuarzo esencialmente y matriz rojiza, que presenta alguna similitud con las rañas. Su afloramiento es discontinuo, al haber sido desmantelado en numerosos puntos por la erosión.
El conjunto se organiza como un gran bloque tectónico, levantado entre dos fosas hundidas, Tiétar y Alberche, que forman parte del conjunto de bloques fracturados y desnivelado del Sistema Central.
La fracturación principal sigue una dirección noreste-suroeste, señalando la orientación principal del alineamiento San Vicente-Sierra de la Higuera-Peña Cenicientos, y de los ríos Tiétar y Alberche, enlazando este conjunto con el sector guadarrámico del Sistema Central, que tiene la misma dirección. Posee una gran importancia morfológica al condicionar también las directrices del relieve en el interior del bloque del Piélago, estructurando la red hidrográfica.
En los valles el modelado se resuelve mediante fondos planos, a menudo constituyendo depresiones a favor de las fracturas, con drenajes poco estructurados, que producen navas donde se concentra la humedad. Han sido aprovechados tradicionalmente para la ubicación de los pastizales más ricos en el sistema de dehesas que organiza el paisaje serrano. Cuando la red hidrográfica está bien definida se producen encajamientos aprovechando las líneas de debilidad tectónica, lo que motiva cauces rectilíneos y encajados, con la circulación del agua sobre la roca directamente, produciendo marmitas de gigante y pulidos por abrasión, de gran belleza y espectacularidad.
En las laderas de la sierra, el periglaciarismo se muestra poco intenso, con huellas muy reducidas, que denotan periodos de frío atenuado derivado de su localización, altitud y orientación, en contraste con los grandes glaciares que se desarrollaron en la vertiente septentrional de la cercana Sierra de Gredos, con los que sin duda son correlacionables. Las formas más representativas atribuidas al modelado fluvial se encuentran en los alrededores del Alberche, donde el río se ha encajado progresivamente en relación con sucesivas crisis climáticas y desnivelamientos tectónicos; ello ha motivado la presencia de amplios depósitos de cantos y gravas redondeados, con matriz arcilloso arenosa, acarreados por el río y con sucesivas etapas de deposición y erosión, formando un sistema de terrazas.

Este texto ha sido extractado del artículo que se incluye en la "Guía de los Espacios Naturales de Castilla-La Mancha", libro que ya va por su cuarta edición. Y no es para menos, pues la calidad de este libro es realmente excepcional e inusual en este tipo de publicaciones. Un completo equipo da un exhaustivo repaso a los principales espacios naturales de esta comunidad, esten o no protegidos, proponiendo a continuación una ruta para realizar en coche. El resultado es un envidiable trabajo que ojalá imitasen el resto de las Comunidades.

Guía de los Espacios Naturales de Castilla-La Mancha.
Mª Angeles González Amuchastegui/Enrique Serrano Cañadas.
Junta de Castilla-La Mancha, 4ª ed, 740 p, 35€.





Para inscribirse

915 215 240
676 210 662 (WhatsApp o SMS)

Abiertos: 10-14 h y 16-20h. Lunes/viernes. Sábado: 10-14 h.

Ver detalles